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Los abogados de Trump insisten, antes del inicio del juicio el martes, en que no es culpable del único cargo de “incitación a la insurrección” y que sólo se tomó licencias literarias en sus combativas palabras cuando llamó a la multitud en un mitin a “pelear como demonios” por su presidencia. El asalto al Capitolio del 6 de enero conmocionó al mundo, que presenció cómo los insurrectos allanaban el edificio intentando detener la certificación de la victoria del presidente electo, Joe Biden.
No se espera que se llame a ningún testigo, en parte porque los senadores que harán de jurado y que tuvieron que huir para ponerse a salvo, verán videos explícitos grabados ese día. Trump, atrincherado en su club de Mar-a-Lago en Florida, ha rechazado una petición de que declare.
Trump, el primer presidente en ser juzgado tras abandonar el cargo, y el primero en pasar por dos juicios políticos por delitos e infracciones graves durante su mandato, sigue desafiando las normas civiles y tradiciones del país incluso en la derrota.
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Cheney dijo que el juramento que hizo a la Constitución la obligó a votar a favor del juicio político “y no se doblega ante el partidismo, no se doblega ante la presión política”.
Insinuó que si estuviera en el Senado, podría votar para condenar a Trump por su participación en el asalto al Capitolio el 6 de enero. El juicio a Trump en el Senado comienza el martes.
“Escucharía el testimonio, escucharía la evidencia”, dijo Cheney en el programa “Fox News Sunday”. “Obviamente creo, y creía entonces, que lo que ya sabemos es suficiente para su juicio político. Lo que ya sabemos constituye la violación más grave de su juramento al poder por cualquier presidente en la historia del país y no es algo que simplemente podamos ignorar, pretender que no sucedió o dejar pasar”.
“Debemos asegurar que esto no vuelva a suceder”, agregó.
El sábado, el Partido Republicano de Wyoming votó abrumadoramente por censurar a Cheney.
Sólo ocho de los 74 miembros del comité central del partido en el estado se opusieron a la sanción en una votación que no procedió a un conteo formal. El documento de censura acusa a Cheney de votar a favor del juicio político de Trump a pesar de que la Cámara de Representantes no le ofreció a él “una audiencia formal o el debido proceso”.

Biden, quien tiene una casa a las afueras de Wilmington, Delaware, ha hecho del control de la pandemia el objetivo central de sus primeras semanas en la Casa Blanca, y gran parte de la atención de su gobierno está puesta en mejorar el programa de vacunación.
La Casa Blanca, que anunció los planes de viaje de Biden el jueves en la noche, no respondió de inmediato a una petición de comentarios acerca del motivo de la visita. Cada vez que un presidente se desplaza, un séquito de ayudantes, seguridad y medios de comunicación le acompañan.
Los lineamientos de los CDC señalan que “viajar aumenta su capacidad de propagar y contraer COVID-19”, por lo que la ”recomienda que no se viaje de momento”.
Al utilizar el avión presidencial, el Air Force One, Biden evitará muchos de los riesgos de viajar asociados a los vuelos comerciales, autobuses o trenes. El mandatario recibió además la vacuna contra el coronavirus.
El protocolo de los CDC aconseja que las personas que deban viajar se inmunicen antes — si pueden ponérsela — y esperen dos semanas más para desplazarse tras recibir la segunda dosis.
Biden y su equipo han sido muy meticulosos a la hora de trabajar mientras tratan de reducir las posibilidades de contagio entre el personal de la Casa Blanca. El uso de mascarilla es obligatorio en todo el complejo, gran parte del gobierno trabaja desde sus casas y la duración y el tamaño de las reuniones se han limitado.
El presidente ha realizado pocas apariciones fuera del complejo de la Casa Blanca en estas primeras semanas, todas por asuntos oficiales o para ir a la iglesia.

“Si rendir cuentas significa ser llevado a juicio político por la Cámara de Representantes y ser declarado culpable por el Senado, la respuesta a eso es no”, dijo el senador republicano Roger Wicker, dejando en claro su punto de vista de que Trump debe y será absuelto. Al preguntarle si el Congreso podría sopesar otra sanción, como la censura, Wicker dijo que la Cámara de Representantes de mayoría demócrata tuvo esa opción antes, pero la rechazó para darle preferencia al juicio político.
“Ese barco ya zarpó”, comentó.
El Senado está por iniciar el juicio político el martes para examinar si presenta la acusación de que las combativas palabras que Trump dirigió a los manifestantes en un mitin en el Capitolio, así como las falsedades que repitió durante semanas de que las elecciones presidenciales fueron robadas y manipuladas, provocaron que una multitud irrumpiera en el Capitolio. Cinco personas murieron a consecuencia de los disturbios, entre ellas un policía.
Muchos senadores, incluido el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, denunciaron inmediatamente la violencia y culparon a Trump. Tras la insurrección, Wicker manifestó que los estadounidenses “no tolerarán este tipo de ataque al estado de derecho”, y, sin dar nombres, dijo que “debemos enjuiciar” a quienes socavan la democracia.
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Subrayando el embrollo político en el que sus comentarios incendiarios metieron a su partido, casi todos los republicanos votaron en contra de la iniciativa demócrata, pero ninguno de ellos defendió su largo historial de publicaciones indignantes en redes sociales.
Sin embargo, en un momento fascinante, la republicana novata que representa a una región sumamente conservadora de Georgia tomó el pleno de la cámara baja para defenderse a sí misma. Con el rostro cubierto con una mascarilla con las palabras “Libre expresión”, ofreció una mezcla de retractaciones y señalamientos acusatorios.
La votación del jueves, casi en proporción partidista de 230-199, se convirtió en otra instancia en la que las teorías de conspiración se vuelven campos de batalla políticos, lo que sucedió con frecuencia durante la presidencia de Donald Trump. El exmandatario enfrenta un juicio en el Senado la próxima semana por incitar a una insurrección después de que una turba, avivada por sus falsas acusaciones de fraude electoral, atacó el Capitolio.