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“Aprovechemos este momento para resetear”, dijo.
Era una frase que se aplicaba a mucho más que la pandemia.
Tras un primer año en el cargo en el que sus planes más ambiciosos quedaron atorados y su popularidad se desplomó, Biden ofreció un discurso que intentaba pasar página y preparar a su partido para las elecciones de media legislatura en noviembre.
No mencionó las palabras “reconstruir mejor”, el nombre de su paralizado programa legislativo, y en su lugar habló de “construir un Estados Unidos mejor”. Insistió en que frenaría la inflación y prometió que tiene un “plan mejor” para reducir el aumento de los precios que los republicanos.
Admitió que los estadounidenses están “cansados, frustrados y agotados” y señaló a un “nuevo momento” en el que el coronavirus será más manejable y las mascarillas harán falta con menor frecuencia. No se atribuyó el mérito de cumplir su promesa de poner fin a la guerra más larga del país, evitando cualquier mención a la caótica retirada estadounidense de Afganistán.
En su lugar, Biden se centró en una nueva guerra en Europa, donde Rusia invadió Ucrania hace unos días, materializando la batalla global entre autocracia y democracia sobre la que el mandatario ha advertido con frecuencia.
“Aunque no debería hacer falta algo así de terrible para que la gente en todo el mundo vea lo que está en juego, ahora todo el mundo lo ve con claridad”, dijo.
En lugar de sus habituales palabras de advertencia sobre el poder creciente de las dictaduras, Biden dijo que “las democracias están poniéndose a la altura y el mundo claramente elige el lado de la paz y la seguridad”.

En cambio, Ucrania es la que ha logrado reunir a hackers voluntarios simpatizantes en un esfuerzo global para hacer que el Kremlin pague por llevar a cabo una guerra contra su vecino. Es una especie de batalla campal cibernética que, en opinión de los expertos, corre el riesgo de agravar un momento que ya está cargado de un peligro extraordinario después de que el presidente ruso Vladimir Putin pusiera en alerta a sus fuerzas nucleares.
Hasta ahora, el acceso a internet de Ucrania sigue funcionando en gran medida, y su presidente ha podido apelar por apoyo internacional a través de un smartphone, mientras que sus centrales eléctricas y otras infraestructuras críticas continúan operando.
El tipo de ciberataques devastadores que se pensaba irían de la mano con una invasión militar rusa a gran escala, no han ocurrido.
“No han jugado un papel tan importante como algunos creían, y el problema no ha llegado más allá de Ucrania como la gente temía”, dijo Michael Daniel, excoordinador de ciberseguridad de la Casa Blanca. “Por supuesto, esto aún puede cambiar”.
No está claro el motivo por el que Rusia no ha asestado un golpe cibernético más contundente. Es posible que haya concluido que el impacto no sería lo suficientemente grave: la base industrial de Ucrania está mucho menos digitalizada que la de los países occidentales, por ejemplo.
También es posible que Rusia decidiera que no podía causar un daño grave a Ucrania sin arriesgarse a recibir un impacto colateral fuera de sus fronteras.

Las cercas que habían sido instaladas después del motín del 6 de enero del 2021 serán nuevamente colocadas, en medio de inquietudes de posibles protestas o de bloqueos de calles por parte de camioneros, como ocurrió en Canadá.
El jefe de la Policía del Capitolio Tom Manger indicó en un comunicado que la cerca será montada para el momento del discurso “como medida de extrema precaución” y tras consultas con el Servicio Secreto.
Las autoridades en Washington anticipan la llegada de convoyes de camioneros que protestan contra las restricciones sanitarias impuestas para impedir el contagio del coronavirus. El Pentágono ya aprobó el despliegue de 700 guardias nacionales, aunque sin armas, para ayudar en el control de tránsito en caso de que vengan los camiones.
Los convoyes, inspirados en el movimiento canadiense, han sido planificados en foros de internet. Parten de distintos sitios y recorren distintas vías, pero algunos tienen la intención de llegar a Washington para cuando Biden dé su discurso.
Manger enfatizó que “la misión de nuestra fuerza de proteger al Congreso, al Capitolio y a todo el proceso legislativo de Estados Unidos se mantiene firme”.
La cerca se había convertido en símbolo del temor que invadió a la capital estadounidense luego que la turba de seguidores de Donald Trump irrumpió en el Capitolio el 6 de enero del 2021, destrozando puertas y ventanas y atacando a policías. La cerca estuvo erguida varios meses.
La junta directiva del Capitolio aprobó un plan para volver a poner la cerca en septiembre, debido al anuncio de protestas de personas que exigían que los atacantes sean puestos en libertad. Pero acudieron muy pocos manifestantes en esa ocasión; eran muchos más los miembros de las fuerzas de seguridad y los periodistas.

Los agentes de la policía que respondieron a reportes de balazos alrededor de las 17:00 horas del lunes hallaron a cinco personas muertas, incluido el agresor, en el templo del vecindario Arden-Arcade, dijo el sargento Rod Grassman, del Departamento de Policía del condado Sacramento.
Entre las víctimas había tres niñas de 9, 10 y 13 años, agregó Grassman.
El agresor estaba separado de la madre de las niñas, quien tenía una orden de alejamiento en su contra, explicó el jefe policial, Scott Jones.
Los investigadores creen que el tiroteo se produjo durante una visita supervisada con las menores y que la cuarta víctima era su acompañante, añadió Jones.
El nombre del agresor no se hizo público de inmediato, pero las autoridades señalaron que tenía 39 años.
Un empleado de la Iglesia de Sacramento escuchó los disparos y llamó al teléfono de emergencias 911, dijo Grassmann, añadiendo que se investiga como un accidente de violencia doméstica.
Las autoridades desconocen si la familia pertenecía a la congregación, que se ubica en una manzana en su mayoría residencial cerca de una zona comercial al este del centro de Sacramento.
De acuerdo con su web, el templo atiende a fieles en inglés, español y chino. En su calendario online no había eventos programados el lunes.
El gobernador de California, Gavin Newsom, dijo que su oficina estaba colaborando con las autoridades locales.
“Otro acto sin sentido de violencia armada en Estados Unidos, esta vez en nuestro patio. En una iglesia con niños dentro. Absolutamente devastador”, escribió Newsom en Twitter.
Weber informó desde Los Ángeles. La periodista de The Associated Press Stefanie Dazio contribuyó desde Los Ángeles.

Pero al término de la Conferencia de Acción Política Conservadora de cuatro días, Trump les había recordado a aquellos que pretenden dar vuelta a la página que él sigue siendo la voz más poderosa de la política republicana.
Durante su discurso del sábado por la noche, el exmandatario indicó que tiene previsto postularse a la presidencia por tercera vez, en 2024. Atribuyó falsamente su derrota en los comicios de 2020 a un fraude electoral generalizado, del que no hay evidencias. Y el domingo fue el ganador indiscutible de una encuesta de preferencias sobre aspirantes presidenciales entre los asistentes a la conferencia.
“Lo hicimos dos veces, y lo volveremos a hacer”, declaró Trump con respecto a presentarse como candidato en los próximos comicios. De todas formas, ya ha se ha referido antes a lanzarse a hacer campaña para 2024, y su promesa esta vez no necesariamente pareció inamovible.
En un momento en que las tropas rusas que invaden Ucrania están enfrentándose con los soldados de ese país, Trump también calificó de “inteligente” al presidente de Rusia, Vladimir Putin.
“Por supuesto que es inteligente”, dijo Trump en sus declaraciones del sábado, redoblando los elogios hacia el líder ruso que muchos otros republicanos han evitado hacer tras la invasión. “Pero el verdadero problema es que nuestros líderes son tontos. Tontos. Muy tontos”.