
Una carta de la embajada incluía veladas amenazas económicas, al mencionar el comercio de Italia con China, en un intento por evitar la primera exhibición individual de Badiucao. Éste es el seudónimo que usa el artista cuya obra ataca los antecedentes de derechos humanos y políticas de China.
El alcalde de Brescia, Emilio Del Bono, “respondió con delicadeza y firmeza”, dijo Elettra Stamboulis, curadora de la exhibición en el museo municipal de Santa Giulia.
“Claro que siempre nos sentimos un poco preocupados, no tanto por la seguridad del artista, sino porque sabemos que hay formas más terroríficas de silenciar a artistas disidentes”, dijo Stamboulis.
Después de que en 2018 fuera bloqueado bajo presión un intento previo de montar una exhibición individual en Hong Kong, Badiucao dijo que está “orgulloso y contento” de que la exhibición de Brescia finalmente esté abierta al público.
“Como mi arte siempre se enfoca en los problemas de derechos humanos en China… me convierte prácticamente en enemigo tipo número 1”, dijo Badiucao. “Me cazan. Me acosan, acosan a mi familia, amenazan constantemente a la gente que trabaja conmigo. Por eso, para mí es realmente muy difícil tener una exhibición en una galería establecida, en un museo como este”.
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En una ceremonia de investidura en el Castillo de Windsor, el Príncipe Carlos ungió al músico y mecenas de la caridad como miembro de la Orden de los Compañeros de Honor.
Es uno de los premios más importantes que puede otorgar la madre de Carlos, la reina Isabel II, a los ciudadanos de Gran Bretaña y del Commonwealth. El monarca de 95 años también es miembro de la orden.
Presentado en 1917 por su abuelo, el rey Jorge V, el premio reconoce a las personas que han hecho "una contribución importante a las artes, la ciencia, la medicina o el gobierno durante un largo período de tiempo".
Los miembros actuales incluyen al ambientalista británico David Attenborough, la autora canadiense Margaret Atwood y uno de los mejores atletas británicos de la historia, Sebastian Coe.
El grupo, que en el pasado ha incluido al primer ministro británico en tiempos de guerra, Winston Churchill, y al científico Stephen Hawking, solo puede tener un máximo de 65, excluyendo al soberano, en cualquier momento.

Pese a los esfuerzos obvios por vincular la querida historia sobre un perro enorme y la niña que lo ama con un mensaje más grande y actual en la película con actores reales y CGI “Clifford the Big Red Dog” (“Clifford: El gran perro rojo”), hacerlo realmente no era necesario.
A ciertos niveles, la película dirigida por Walt Becker comprende esto y nos brinda muchas escenas encantadoras y afectuosas entre Clifford y la joven Emily Elizabeth (una convincente Darby Camp), lo cual demuestra que conoce a su público principal: los niños pequeños. Y para ellos, funcionará bien.
A los espectadores mayores, sin embargo, quizás les resulte difícil ignorar algunos de los momentos más torpes de un guion que, al tratar de actualizar una historia creada en 1963, se interpone con diálogos que aunque a veces son divertidos y dulces, pueden ser incómodos y ocasionalmente incluso fuera de tono.
Pero hablemos primero del perro. Para aquellos a quienes les preocupaba que la versión CGI de Clifford no iba parecier real o no iba a cumplir las expectativas, pueden estar seguros de que está bien. Es grande, es rojo, es peludo, dulce y, en cuanto al realismo, bueno, ¿cuántos perros rojo del tamaño de un elefante conocen? Además, no habla humano y eso es bueno.

En la emoción del momento, clamando por un ídolo, muchos empujaron hacia adelante, empujando a los juerguistas a los juerguistas, cada vez más cerca y más cerca, hasta que parecía que se tragaban cada centímetro. Luego, luchando contra la compresión o buscando escapar, la gente empujó de adelante hacia atrás, y llegaron nuevas ondas.
Lo que siguió el viernes pasado en Houston está empañado por preguntas sin respuesta y experiencias sorprendentemente diferentes basadas en dónde se encontraba alguien, qué oleadas de movimiento lo alcanzaron y cómo manejaron el enamoramiento. Pero en los 70 minutos el cabeza de cartel estuvo en el escenario en un espectáculo que dejó nueve muertos, una cosa era cierta: casi todos sintieron las olas de la humanidad, nacidas de la emoción pero empapadas de riesgo, a medida que se extendían.
“Te convertiste en un organismo”, dijo Steven Gutiérrez, de 26 años, de Ellenville, Nueva York, que mide 6 pies 2 pulgadas y pesa 391 libras, pero sin embargo se sintió golpeado por el poder de los empujones que lo enviaron a la deriva de su lugar. “Somos todos uno. Te estás moviendo con la multitud. La multitud es como agua. Es como un océano ".

“Estoy que no me lo puedo creer, realmente es toda una sorpresa”, dijo Arenas en una entrevista reciente por videollamada desde Miami, donde reside. “No me lo esperaba, es que yo soy una artista independiente, con un disco producido por otra mujer, además acústico. De verdad que jamás en la vida me había esperado que eso hubiera pasado y pues, ¡guau! Estoy celebrándolo y lo celebraré completamente”.
Los Latin Grammy, en su 21ra edición, se entregarán el jueves 18 de noviembre en Las Vegas en una ceremonia transmitida en vivo por Univision.
Ya en 2019, Arenas había competido por tres premios con su álbum debut, “Visceral”, y en 2017 había sido nominada en la codiciada categoría de mejor nuevo artista en 2017.
Las seis canciones de “Mis amores” incluyen la nominada a canción y grabación del año “A tu lado”, coescrita con María Elisa Ayerbe, además de una versión de la clásica del vallenato “Los caminos de la vida”.
Ayerbe además coprodujo, mezcló y colaboró en la ingeniería de grabación del EP surgido en la pandemia, en una época en la que Arenas también se convirtió en madre de su hijo León, a quien dedica la canción homónima del álbum.